viernes, 5 de junio de 2009

HETERONIMOS

Si se pone un poco de atención notaremos que en los telefilms policiales que inundan los canales de pago, los norteamericanos son muy propensos a los cambios de nombres. Desaparece un día Sonia Stein y comienza una nueva vida en una población distinta Lucy Eliot. Los heterónimos se pueden multiplicar, como las bodas, los divorcios, las profesiones y hasta los estados del alma.
Una libertad que enaltece la ficción. Fernando Pessoa, el poeta que se llamaba precisamente Persona, quizo como Borges ser otro, y lo fué. Arthur Cravan, el aventurero boxeador, no se llamaba así, ni siquiera Ernest Lajeunesse, sino Fabian Lloyd, un sobrino de Oscar Wilde, que se presume murió en Buenos Aires bajo el curioso nombre de Arthur Stapleton.
Cuando yo era muy jóven caí en la tentación de firmar algunos poemas visuales con el nombre de Wilhem Azimut, un pecado fugáz porque pronto me aburrió la poesía visual y con él se desvaneció ese alter ego. No volví a buscar una máscara, pese a los miles de artículos escritos en distintos periódicos, salvo una vez que tuve que firmar una columna de maldades escrita en colaboración con un amigo. Pero como en Madrid todo se sabe, a la primera queja de una de nuestras víctimas, el novelista Alfonso Grosso, el responsable de la página lo cantó todo. En aquella época salía a la calle siempre con un paraguas para defenderme del airado escritor que era bastante más robusto que yo. Desde entónces, he preferido dar la cara viendo la fragilidad de las máscaras.
Con todo siempre he soñado con desaparecer un día y resucitar en otra ciudad, con otro nombre, con otra profesión,y hasta con otro estado de alma. Es una fantasía inofensiva.

3 comentarios:

  1. Bienvenido a esta actividad. Tienes en mi ua lectora fiel. Muy buebo lo de las máscaras.

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  2. ". En aquella época salía a la calle siempre con un paraguas para defenderme del airado escritor que era bastante más robusto que yo." jajajajajajaja ¿la neta? :D

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