martes, 30 de junio de 2009

UNA NOVELA DE LUISA FUTORANSKY

Hace unos días pasó por Madrid la poeta argentina Luisa Futoransky, vino a presentar su última novela "El Formosa" y a recibir un homenaje en el Centro de Arte Moderno por su 70 aniversario. A Luisa la conocí en Buenos Aires en 1968, por aquél tiempo trabajaba en Radio Municipal y grababa sus programas en los sótanos del Teatro Colón. Desde entónces nos hemos vuelto a encontrar algunas veces en los sitios más inesperados: París, Berlín, o en esta Madrid que ya es muy mía.
Me pidieron que presentára el libro, ilustrado por los dibujos de otro argentíno de la diáspora Justo Barboza, y tuve que leerlo en pruebas, de lo que he visto ya como una cuidada edición de sólo 70 ejemplares. La lectura resultó para mí muy emocionante. "El Formosa" es una novela dura, sin concesiones, en la que la narración es una memoria despiadada, una suerte de crónica familiar en la que la realidad no se ve nunca embellecida por la nostalgia, la realidad se nos aparece en toda su crudeza, sin un atisbo de autocomplacencia.
"El Formosa" es un barco - lo habrán imaginado- un barco que llega de Europa cargado de emigrantes, que huyen de un mundo cruel y llegan al río de la Plata a la busca de otra vida. En él vienen los abuelos y los padres de la protagonista, sus tías y tíos, una numerosa y compleja familia que de una forma coral se nos irán presentando a lo largo del libro. Pero no voy a contarles la historia, que deberán leerla, pero sí subrayar su carácter de alta literatura, en un tiempo en el que tanto falta. "El Formosa" es la novela de un poeta, de una gran poeta que lucha con el lenguaje de su infancia con ferocidad, conquistandolo fragmento a fragmento.
Cuenta Luisa Futoransky con un arma poderosa, la ironía, el humor, a veces humor negro, pero el humor que hace que soportemos mejor las escenas más sórdidas, las descripciones más crueles.
Yo he aprendido mucho en este libro sobre los judíos ashkenazis, porque aunque tuve una bobe, como ella, mi abuelo no era un zeide, era sefaradí, y no permitió que mi bobe ejerciera de bobe, en nada. Por eso mi cultura judía es muy distinta a la que se cuenta en la novela con tanta pasión.
En "El Formosa" se siente en carne viva el exilio, el desarraigo, y la lucha entre los tiempos -el pasado y el presente-, el drama de tantas vidas desnortadas. Pero hay también una soterrada ternura que hace que querramos a esos personajes, más allá de todo.

Luisa Futoransky "El Formosa" Ediciones del Centro. Madrid.2009.

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